Anoche en mi familia se perdió algo, algo que no podía ser perdido... tras toda la noche buscando y orando nos fuimos a la cama con poca esperanza algunos, con algo de esperanza otros. Esta mañana me adelanté a buscar por mi cuenta era un caso imposible, algo "humanamente imposible de encontrar" si le preguntabas a cualquiera, y yo misma llegué al punto en el que me di cuenta de la situación y le dije a Dios textualmente: "Dios...esto es algo totalmente imposible de encontrar.. al menos para nosotros... si lo encontramos, sería solo con tu ayuda..." os diré algo: fue totalmente alucinante... a los dos minutos de decir eso lo encontré. Me impresiona pensar que esto ha pasado hace poco mas de media hora.
He tenido que venir corriendo a contároslo, para que os deis cuenta de la fuerza y el poder que tiene la fe y la oración.
Absolutamente TODO es posible si combinas estas dos.
Sea lo que sea si lo pides en oración y con fé pasará y si no pasa sólo puede ser por dos razones: -aún no es el tiempo o - Dios tiene algo muchísimo mejor para tí.
Las tres respuestas de Dios a tus oraciones: 1-si 2.-aún no 3.-Tengo algo mejor en mente. |
Este es el mensaje del que os hablaba antes Marcos 5: 21-43
Una niña muerta y una mujer enferma
21 Después de que Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se reunió alrededor de él una gran multitud, por lo que él se quedó en la orilla. 22 Llegó entonces uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se arrojó a sus pies, 23 suplicándole con insistencia:
—Mi hijita se está muriendo. Ven y pon tus manos sobre ella para que se *sane y viva.
24 Jesús se fue con él, y lo seguía una gran multitud, la cual lo apretujaba. 25 Había entre la gente una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias. 26 Había sufrido mucho a manos de varios médicos, y se había gastado todo lo que tenía sin que le hubiera servido de nada, pues en vez de mejorar, iba de mal en peor. 27 Cuando oyó hablar de Jesús, se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto. 28 Pensaba: «Si logro tocar siquiera su ropa, quedaré sana.» 29 Al instante cesó su hemorragia, y se dio cuenta de que su cuerpo había quedado libre de esa aflicción.
30 Al momento también Jesús se dio cuenta de que de él había salido poder, así que se volvió hacia la gente y preguntó:
—¿Quién me ha tocado la ropa?
31 —Ves que te apretuja la gente —le contestaron sus discípulos—, y aun así preguntas: “¿Quién me ha tocado?”
32 Pero Jesús seguía mirando a su alrededor para ver quién lo había hecho. 33 La mujer, sabiendo lo que le había sucedido, se acercó temblando de miedo y, arrojándose a sus pies, le confesó toda la verdad.
34 —¡Hija, tu fe te ha sanado! —le dijo Jesús—. Vete en paz y queda sana de tu aflicción.
35 Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos hombres de la casa de Jairo, jefe de la sinagoga, para decirle:
—Tu hija ha muerto. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?
36 Sin hacer caso de la noticia, Jesús le dijo al jefe de la sinagoga:
—No tengas miedo; cree nada más.
37 No dejó que nadie lo acompañara, excepto Pedro, *Jacobo y Juan, el hermano de Jacobo. 38 Cuando llegaron a la casa del jefe de la sinagoga, Jesús notó el alboroto, y que la gente lloraba y daba grandes alaridos. 39 Entró y les dijo:
—¿Por qué tanto alboroto y llanto? La niña no está muerta sino dormida.
40 Entonces empezaron a burlarse de él, pero él los sacó a todos, tomó consigo al padre y a la madre de la niña y a los discípulos que estaban con él, y entró adonde estaba la niña. 41 La tomó de la mano y le dijo:
—Talita cum[b] (que significa: Niña, a ti te digo, ¡levántate!).
42 La niña, que tenía doce años, se levantó en seguida y comenzó a andar. Ante este hecho todos se llenaron de asombro. 43 Él dio órdenes estrictas de que nadie se enterara de lo ocurrido, y les mandó que le dieran de comer a la niña.
Si os dais cuenta, aquí se ven claramente dos de las tres posibles contestaciones a tus oraciones:
-SI: en el caso de la mujer con hemorragia, sólo necesitó de su fe para ser sanada . Es increíble la fuerza que tiene la fe y la manera en que crece. Cuanta más fe tienes más te demuestra Dios su poder y eso provoca que tu fe crezca más.